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jueves, 24 de noviembre de 2011

Naturaleza En Chiang Mai

 Son las siete y media de la mañana. Abro los ojos y no se oye un alma. No se puede haber dormido mejor en ese pedazo de cama del Raming Lodge, la temperatura es ideal y, ni rastro de los mosquitos.
Corro las cortinas y veo que el día es fantástico, un cielo azul y ni una nube a la vista. Nos vestimos al son de esa tierra, tranquilos.... en calma.... y bajamos a desayunar. El desayuno del hotel es muy bueno, hay todo tipo de frutas, cocineros que te hacen tortitas, crepés o tortillas, todo a gusto del cliente y, siempre con una sonrisa.

Después de desayunar salimos a la puerta y enseguida viene nuestro Beni a recogernos junto a Nico, el chófer.

Nos dirigimos hacia la Granja de Elefantes. Mientras llegamos, Beni nos va contando cómo los elefantes se utilizaban antiguamente para trabajar en la industria de la madera y a los duros tratos a que eran sometidos y como en la actualidad y, gracias al turismo, todo eso ha desaparecido e incluso está penado por la ley someterlos a trabajo.

Debido a ello, el número de elefantes se ha multiplicado en estos últimos años y se han desarrollado este tipo de granjas solamente para disfrute la gente extranjera que viene a estar con ellos.

Llegamos a la granja y el recibimiento no podía ser mejor. Unos veinte elefantes con sus cuidadores salen a recibirnos y allí podemos pasar un bien rato admirando a estos magníficos animales y a sus crías. El emplazamiento no puede ser más bonito, todo el campamento está montado en medio de la selva y a la orilla del río, por el cual tendremos después la posibilidad de hacer un trekking remontando el río montados en ellos, para después volver a descenderlo en una balsa de bambú.






Antes de esto y, tras jugar un rato con estos bichillos, pudimos ver un espectáculo fantástico donde los elefantes hacían piruetas increíbles, jugaban al fútbol, reproducían la manera de trabajar con la madera de antaño y nos pintaban un cuadro, así como lo digo, nos pintaron un cuadro en directo, ellos solitos. Cada uno sacaba el artista que llevaba dentro y no había dos iguales. Los cuadros son luego vendidos junto a otros souvenirs como marcos de fotos, libretas.... que no os digo con que se hacían, con el dinero sacado vive esta gente y se mantiene la granja, recomiendo a todo el mundo venir a este sitio, es mágico.


Como os decía hicimos un recorrido por la selva y el río a lomos de estos paquidermos y, a continuación nos fuimos en un carro tirado por bueyes hasta la orilla de arriba, para descender hasta el punto de inicio en una balsa de bambú. Fue una mañana de lo más simpática y el paisaje era indescriptible.














De camino al restaurante donde íbamos a comer, paramos en un mercado típico Camboyano, totalmente alejado de las rutas turísticas, la idea era ver realmente como vive esta gente y qué es lo que ellos comen y, la verdad es que se comen todo lo que se mueve o sale de la tierra.






 Comimos en un restaurante que albergada un jardín de orquídeas preciosas, la comida era tipo bufé, cocinada para la gente occidental. Comimos genial.


Ya por la tarde, nos acercamos a ver una zona en la selva donde vive un grupo de refugiados Birmanos. Estos son conocidos por los abalorios típicos con que visten sus mujeres, llamadas por ello mujeres jirafa. Hay otra zona más al norte donde podemos encontrar también a esta gente, pero por lo que yo he oído, está todo muy preparado para que los turistas lo vean, es más una especie de teatro, sin embargo aquí, pese a que también es visitado, no es así, la gente de este campamento se dedica a hace pulseras, bolsos típicos y todo tipo de cacharros para regalar. Eso las mujeres, los hombres trabajan en el campo y en el cuidado de los elefantes.










Finalizada la visita, le pedimos a Beni que nos llevara a un granja de tigres y allí tuvimos la inmensa suerte de poder pasar a una jaula donde había tres preciosos tigres y pasar un ratito junto a estos magestuosos animales. Pudimos incluso tumbarnos a su lado y os puedo decir que aunque estaba muerto de miedo, la sensación era impresionante, me recordó mucho a la sensación en una vía de escalada en la que estás a punto de caer pero acabas chapándola, una mezcla de miedo y excitación, adrenalina pura. Una pasada todo ello por unos 500 baths.







De vuelta al hotel, una duchita y de nuevo a recepción pues vinieron a recogernos en un coche para llevarnos a una sala de masaje Tai de dos horitas a 700 bath por cabeza. Cena junto al night bazar y a la cama. Vaya día, inolvidable.

1 comentario:

  1. Muy buenas fotos y que recuerdos me traen. No estuvimos en la granja de tigres pero si con los elefantes y guardo un gran recuerdo de ello

    felicidades por las fotos especialmente la que estas tumbado encima del lomo del tigre, de aqui poco en cuatro con Frank de la Jungla jejej

    un abrazo

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