Al Khasab, el pueblo de los pescadores

Esa mañana nos levantamos sobre las ocho. Después de desayunar desembarcamos junto a Marcos, Patri, Mariní y Carlos. Para salir del puerto de Al Khasab, utilizamos el shutter bus, como de costumbre, pues no se podía caminar por la zona portuaria. El bus nos dejó en la plaza de este pequeño pueblo rodeado de montañas y a la orilla del mar.

Plaza de Al Khasab

Nada más bajar del bus había una persona que nos ofrecía la excursión por los fiordos. Estuvimos negociando con ella, seríamos unas diez personas, pues se nos unió más gente en el autobús para hacer la excursión, al final cerramos un precio de veinte euros por persona para pasar la mañana recorriendo el fiordo de esta zona en un barco donde iríamos unas veinte personas.
Nos llevaron al puerto en furgonetas y allí subimos al barco. Se trataba de un barquito con una cubierta tapizadada mediante una alfombra, y cojines alrededor de toda la cubierta para estar allí tumbados mientras nos hacían el recorrido, que se antojaba fantástico por las vistas que había ya en el mismo puerto.

En el puerto de Al Khasab

Salimos sobre las diez y media de la mañana, antes siquiera de que la gente del crucero apareciera por el puerto para hacer el mismo recorrido en barcos mucho más grandes y acinados de gente. En nuestro recorrido de ida por los fiordos, apenas nos cruzamos con dos embarcaciones, eso le daba un encanto especial y la posibilidad de avistar delfines con mayor probabilidad, uno de los encantos de la salida.

Fuimos navegando rodeados todo el tiempo de montañas con formas y colores impresionantes, el agua de color azul intenso y el día, soleado y primaveral. Íbamos tumbados en la cubierta mientras nos ofrecían té, dátiles, fruta, agua. Un mañana realmente agradable.

Navegando por el fiordo

Llegados a un punto donde había una pequeña isla en el centro, echaron el ancla y nos dieron la posibilidad de bañarnos e ir nadando hasta la isla, oportunidad que Marcos y yo no desaprovechamos.
El agua estaba llena de peces, los podías tocar solamente moviendo los pies en el agua, lástima no haber llevado los equipos de snorkel en la mochila, pero sólo el hecho de estar allí a remojo en tan impresionante lugar, merecía la pena.

Tras el baño, nos llevaron a una cala donde se avistaban delfines y, no tardaron mucho en aparecer, acostumbrados al ruido de los botes, que se acercaban a la zona para poder contemplarlos. Estuvimos un largo rato navegando junto a ellos y pudimos admirarlos muy de cerca. Después de esto y, satisfechos con la visita realizada, pusimos rumbo de nuevo al puerto de Al Khasab.

Delfines que nos acompañaron en la mañana

Llegamos a comer al restaurante del barco y, finalizada la comida, Eva y yo volvimos de nuevo al pueblito a sacar unas fotografías del lugar.
Al Khasab era una parada nueva de los cruceros, debido a que cerca de allí había zonas de conflicto, se habían tenido que modificar los recorridos de atraque de los grandes barcos y  hacía solamente algo más de un mes que se estaba visitando este lugar, podías todavía ver la realidad de la vida en este sitio, sin estar modificada por la afluencia del turismo.

Ya por la tarde, el sol se fue escondiendo por detrás de las montañas y, volvimos a nuestro barco que unas horas más tarde ponía rumbo hacia nuevo destino, la ciudad de Dubai.