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martes, 29 de noviembre de 2011

De Chiang Mai a Kata

Nos levantamos cerca de las 9 de la mañana, sin prisas y disfrutando de la habitación del hotel. La cama invitaba a no moverse de ella y la ducha fantástica, con una ventana por la que se podía ver el cielo azul de Chiang Mai. Después del desayuno salimos a conocer el casco antiguo. Nos dirigimos en sentido contrario al night bazar, hacia la zona de templos de la ciudad. Chiang Mai es la segunda ciudad de Tailandia y eso se nota en la gran cantidad de templos que podemos encontrar a lo largo de las principales calles de esta parte de la city. Pasamos a uno de estos templos y vimos que se trataba de un lugar destinado a la formación de nuevos monjes, y encontramos a un grupo de ellos rezando en el interior.

Visitamos después un colegio donde unos simpáticos y uniformados niños jugaban en la hora del recreo.

Sobre las once y media de la mañana, vino nuestro ya querido Beni para llevarnos en la furgo al aeropuerto para volar camino a Puhket.

Volamos con Air Asia. El avión sale a las 13:10 horas, cien por cien puntual y nos deja en Puhket a eso de las tres de la tarde.

La salida del aeropuerto es bastante agobiante, conforme se abren las puertas una manada de gente vestidos con camisetas de colores se tiran literalmente encima de los turistas para ofrecerles todo tipo de medios de automoción con que llevarlos a las diferentes zonas, unos te ofrecen Puhket Town, Karon Beach, Kata Beach, Patong.... Son los únicos momentos del viaje en los que realmente es algo tensa la situación. Pronto hacemos entender a la gente que no nos interesan los ofrecimientos que nos hacen.

A la derecha de la estación, como a unos veinte metros, hay una caseta de taxis. Nosotros sabemos de antemano que el precio por llevarnos al hotel Boomerang Villaje Resort en Kata no debía ser más de 800 baths y negociamos con ellos que nos llevaran por 500.

El paseo en taxi dura alrededor de una hora y, durante el mismo vamos pasando cerca de los principales puntos de interés. Nos sirve este paseo para ponernos en situación, comprobando que las distancias aquí son algo mayores de lo que nosotros teníamos pensado.

Durante el trayecto en taxi, no damos cuenta de que el tráfico es infernal aquí y que está todo muy alejado, habíamos pensado en ir a Puhket en moto pero lo descartamos finalmente por este motivo. Días después empezamos a ver a turistas por la zona escayolados, vendados, con muletas y arañados de arriba a abajo (ya sé el por qué).



Llegamos a Kata Beach y, a mitad de la arteria principal que cruza el pueblo, cogemos un desvío a la derecha para subir un empinado camino asfaltado de unos 800 metros que nos eleva por la ladera de un pequeño alto rodeado de verde por todos lados. En lo alto de la misma se encuentra el Boomerang Villaje Resort Hotel, con una entrada que no podía ser más bonita. Antes de bajarnos del taxi ya sabíamos que habíamos acertado al coger este sitio para pasar una semanita en Kata


Cuando estuvimos pensando dónde poder alojarnos en la zona de Puhket, sabíamos que queríamos estar en un punto alejado de la zona turística típica, que estuviera en un enclave lo más bonito y agradable posible y acertamos con creces. Os recomiendo muy, muy, mucho que si venís por aquí, paséis unos días en este hotel.

Se trata de un hotel estilo Lodge, ubicado en el centro de un manglar en lo alto de una colina desde donde se divisa toda la zona de Kata y en el que no se oye otro ruido en todo el día y la noche que no sea el sonido de los animales. La habitaciones eran amplísimas, enlazadas unas con otras a través de caminitos de piedras alumbrados al atardecer con velas. Había fuentes por todas partes y se oía el agua correr por ellas dando una sensación de relajación increíble, y dentro del agua de las fuentes había carpas japonesas de colores.

El restaurante del hotel, El Café del Mar, era uno de los más recomendados en la zona de Kata y fue un verdadero lujo poder cenar allí, en la terraza y a la luz de la luna, la mejor comida que pudimos probar en todo el viaje.

Esa tarde hicimos una pequeña incursión en tuk tuk a la zona de la playa, pero mi estómago aún estaba destilando el licor de la noche anterior, y nos fuimos pronto al hotel.







A la mañana siguiente, y después de los días anteriores de visitas y pateos, decidimos tomarnos un descanso y disfrutar de la playa. El propio hotel tiene un coche que te lleva hasta allí y te deja en una zona de la playa privada del hotel, no es una pijada, es lo normal allí, los hoteles tienen la playa repartida y acotada y, en cada una hay gente con hamacas, sombrillas y un pequeño chiringuito con bebidas frías y frutas recién cortadas, os recomiendo encarecidamente la piña recién cogida y cortada en trozos (40 baths). Te pueden incluso llevar la comida preparada del hotel a la hora que tú quieras, Tailandia es así, todo enfocado a que el turista se sienta a las mil maravillas, sin perder a la vez un ápice de belleza. Sin embargo esto nos hace pensar en otras zonas que todavía no hayan sido explotadas de esta manera como Camboya, zonas de Malasia...... Próximos proyectos.




Comimos en la orilla del mar junto a uno de los resort más grandes de la zona y, por la tarde nos fuimos a la piscina del hotel a darnos un relajante baño después de tan duro día.
Esa noche Cenamos en el "café del Sol" y nos fuimos a dormir pronto, pues a la mañana siguiente teníamos pensado ir a las Phi Phi.









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